Renunciar siempre es un momento delicado en la carrera de cualquier profesional, ya que requiere madurez y precaución para no causar molestias o establecer un clima negativo al salir de la empresa. Se debe tener mucho cuidado al renunciar, ya que mantener una buena relación puede ser útil en ocasiones futuras.
Por lo tanto, es esencial asegurarse de que este proceso sea tranquilo, de manera que deje las puertas abiertas. Con esta publicación, aprenderás cómo separarte de la empresa de la mejor manera posible, sin causar estrés ni para ti ni para tu empleador.
La decisión de renunciar debe tomarse después de mucha reflexión, considerando oportunidades a mediano plazo, posibilidades de crecimiento y aprendizaje, beneficios y la situación del mercado.
Es necesario analizar todas las variables y no solo problemas puntuales, como conflictos con colegas o frustraciones momentáneas. En estos casos, es importante hacer una autoevaluación y considerar lo que corresponde a la empresa y lo que corresponde al propio profesional.
Vale la pena recordar que un salario más alto no siempre debe ser el único factor motivador para cambiar de empleo. Se debe hacer una evaluación de la situación en su conjunto, incluso con la ayuda de un coach de carrera, antes de dar este importante paso en tu trayectoria profesional.
Una vez que se haya tomado la decisión, es fundamental hablar con el supervisor directo en privado. Este diálogo debe ser franco y breve, sin rodeos, quejas o desahogos personales. Tampoco es apropiado difundir la noticia entre los demás miembros del equipo, ya que los rumores y los chismes nunca son productivos.
Al acercarte a tu supervisor, dile que necesitas hablar con él en privado para exponer una situación. Comenta los motivos que te llevaron a la renuncia, ponte a disposición para conversar, etc.
Mantén al supervisor consciente de que no tienes la intención de comentar tu salida con otros colegas y que esta información se pondrá a disposición de los demás empleados en el momento adecuado.
Existe la posibilidad de una contraoferta por parte de la empresa, por lo que es importante estar dispuesto a escucharla y evaluarla. Podría ser un ascenso, un aumento de salario o incluso un nuevo puesto. La sinceridad en la respuesta final, ya sea para aceptar o rechazar, es esencial para mantener una relación positiva con el supervisor.
Si, incluso con la contraoferta, sigues deseando dejar la empresa, debes tener aún más cuidado. La idea es evitar herir los sentimientos de los supervisores que hicieron un mayor esfuerzo para retenerte en la empresa. Deja claros tus motivos una vez más, evitando parecer arrogante o ingrato con la organización en la que trabajaste.
Es necesario negociar el plazo para tu salida de la empresa, incluso debido a la obligatoriedad del preaviso. Por lo tanto, es apropiado ponerse a disposición para capacitar a un reemplazo, así como preparar un breve resumen con las principales pautas, contactos y reglas para ayudar al aprendizaje del colega.
Además del plazo formal, vale la pena ponerse a disposición para ayudar a tu reemplazo en los días posteriores a tu salida oficial de la empresa, a través de llamadas telefónicas, correo electrónico o redes sociales.
Después de todo, es común que surjan dudas sobre un proyecto determinado en el que podrías haber estado muy involucrado. Este tipo de consultoría, en ciertas situaciones, incluso puede ser remunerada si negocias esta prestación de servicios con la empresa.
Es importante formalizar el acuerdo alcanzado con el supervisor y con la empresa sobre las condiciones definidas para la terminación, los plazos y las responsabilidades. Un correo electrónico con todos los elementos negociados es suficiente.
Sin embargo, en algunas organizaciones más grandes y con una estructura jerárquica más definida, se recomienda que haya una formalización con el departamento legal de la empresa. De esta manera, se puede redactar y firmar un documento por ambas partes, que contenga las obligaciones de cada uno en el momento de la rescisión.
La llegada a la nueva empresa también debe negociarse, de modo que los plazos y las expectativas estén alineados. El período de transición lleva algún tiempo y debe respetarse.
Al hablar con el nuevo empleador, infórmale que tienes un plazo que cumplir en tu antigua empresa y a partir de qué día podrás asumir plenamente las actividades en el nuevo empleo. Al actuar de esta manera, tu nuevo empleador verá que eres un profesional serio que valora la empresa en la que trabaja. Por lo tanto, esta actitud puede incluso hacerte ganar puntos con tu nuevo jefe.
Algunas empresas suelen realizar entrevistas de salida, ya sea con el propio supervisor o con un profesional de recursos humanos, en los casos de solicitudes espontáneas de los empleados.
La intención es aclarar los motivos que llevaron al empleado a preferir otra empresa. Este momento también es delicado y debe basarse en una conversación transparente basada en hechos, como propuestas salariales y de carrera, puestos y beneficios. No es aconsejable apelar a lo emocional: la exposición de resentimientos o rencores solo demuestra inmadurez.
Recuerda que, en caso de que deje la empresa debido a la dificultad para relacionarse con un colega, por ejemplo, en situaciones futuras esa persona podría ya no estar en la empresa. Por lo tanto, no cierra la puerta y podría regresar al empleo, incluso en puestos superiores, en otros momentos de su carrera, a mediano o largo plazo.
Otro aspecto relevante es la entrega de proyectos y tareas que estaban bajo la responsabilidad del empleado. Vale la pena establecer una planificación para garantizar la finalización de las principales actividades pendientes antes de la salida. Esta preocupación demuestra compromiso y contribuye en gran medida a mantener una buena relación con los colegas y supervisores.
Como se mencionó anteriormente, también es apropiado ponerse a disposición del reemplazo para aclarar puntos específicos de cada proyecto en curso.
Es especialmente importante agradecer y dejar las puertas abiertas para futuras oportunidades. Una postura profesional correcta, así como un comportamiento ético, educado y cordial, siempre favorecen la construcción de una buena imagen y reputación.
Un breve correo electrónico de agradecimiento al supervisor suele ser apropiado. Vale la pena señalar que, después de la renuncia, es esencial intentar mantener el contacto con los profesionales de la antigua empresa. Este tipo de relación es interesante, saludable y propicia nuevos intercambios de experiencias e ideas, además de fortalecer la red de contactos. Si la relación con sus colegas es bastante cercana, una pequeña reunión en la empresa puede ser una buena idea.
Siempre existe la posibilidad de una reacción negativa por parte del supervisor al ser informado sobre la solicitud de renuncia. Desafortunadamente, algunos jefes todavía tienen dificultades para lidiar con este tipo de situación y pueden ser groseros o incluso agresivos.
En ese caso, lo mejor es interrumpir la conversación y regresar en otro momento. Pero si el problema persiste, se recomienda involucrar al departamento de recursos humanos y continuar el proceso de manera madura y profesional.
Recuerda que, ¡nadie sabe mejor que tú lo que es mejor para ti! Por lo tanto, no permitas que te persuadan y actúa de acuerdo con tu voluntad. La sumisión puede hacer que te sientas infeliz en la empresa, lo que no será beneficioso ni para ti ni para la organización.
Sea cual sea el motivo de la renuncia, es necesario hacer todo lo posible para que este momento ocurra de manera profesional, madura y sin causar malentendidos. Y tú, ¿alguna vez has tenido que renunciar? ¿Cómo manejaste la situación? ¡Cuéntanos en los comentarios! O, si estás pensando en apostar por un nuevo empleo, déjanos tus dudas.